A lo largo del pasado mes de mayo llevamos a cabo la remodelación y el saneamiento de la calle Nueva y del Portal de Valencia. La intervención consistió en una actuación integral que incluyó la sustitución de las redes de saneamiento y abastecimiento así como la renovación del pavimento. Pese a que la mayoría ya habréis pasado por allí desde entonces, adjuntamos algunas fotos del resultado.
Según nos revela la documentación de la época, la calle que ahora conocemos como Nueva seguía la trayectoria del Muro de 1650 por el exterior, y tal y como se indica en la publicación Las calles de Caspe (III) (Miguel Caballú, 1992), seguramente se abriría en el XVIII. Deducimos de lo anterior que sería camino de salida del Portal de Valencia puesto que además, en los planos del XIX viene marcado como “Camino de Alcañiz”.
El muro del que hablamos contaba con varios accesos: Portal de Capuchinos, Portal de la Balsa, Portal del Coso, Portal del Rosario y el que ahora conocemos como Portal de Valencia, una particular y desnivelada plaza a la que afluyen nada menos que seis calles y que seguramente desde el siglo XVII tiene la misma configuración.
Una vez el crecimiento y la transformación urbana absorbieron la calle Nueva, que inicialmente contaba con una vocación periférica, pasó a convertirse en una de las vías que vertebran el centro de la ciudad. Pese a que inicialmente estaba formada por la Nueva como tal y la Subida a la calle Nueva, que completaba el resto del recorrido, actualmente discurre entre el Portal de Valencia y la intersección con la calle San Francisco.
Si se recorre la calle Nueva, y permanece atento, podrá fijarse en que algunas de las edificaciones que la flanquean tienen su propio interés.
Esto ocurre, por ejemplo en el número 59, donde podemos encontrar un arco rebajado de sillería de piedra con un dovelado muy interesante. Tanto el arco como la puerta de madera de acceso han sido restaurados, eliminando la pintura que los cubría para dejar vista la piedra.
Otro de los rincones favoritos de la calle nueva es la singular placeta del Boterón, que se origina gracias al retranqueo de las fachadas de los números 46, 48, 50 y 52 respecto de la alineación natural de la calle. Este espacio siempre ha constituido un ameno lugar de reunión para sus vecinos, un ejemplo bien cercano de las “francachelas” caspolinas que desde que tenemos uso de razón han amenizado el día a día de Caspe.
Como siempre, fue un placer participar en la mejora de nuestro pueblo. Esperamos seguir haciéndolo.
¡Que paséis un buen día!
Comentarios recientes